Múltiples casos de ceguera genera preocupación de Prensa Nacional como
el Comercio
NEGRO.
Primero fue un punto pequeño, ahora todo es negro. Así describe Mauro Palomares
lo que aparece cada vez que abre los ojos desde que tiene 35 años. Solo en su
memoria hay nitidez: el camino a su casa, la chacra de melocotones y el rostro
de sus seis hijos mayores. A los tres últimos nunca los ha visto, los reconoce
por sus voces y el tamaño de sus manos.
Su hermano mayor es
Amador y tiene 76 años. Hace 17, sus únicos compañeros son su bastón y una
radio que enciende para darle luz a sus días. No conoce de horarios y casi
nunca sale de su casa. Vive en la penumbra, pero no se queja, dice estar
acostumbrado.
En Parán ya no se
sorprenden cuando algún foráneo llega al pueblo, pese que para lograrlo se deba
sobrellevar una trocha con silueta de serpiente bordeada por cerros y un
abismo. Saben que la extraña enfermedad que ha cegado al menos a sesenta de sus
pobladores, entre ellos a Mauro y Amador, ha atraído en los últimos tres años a
periodistas y curiosos.
Escondida a 2.200
metros sobre el nivel del mar, en el distrito de Leoncio Prado, en Huaura, la
población de unos 300 campesinos de Parán sobrevive con la cosecha de melocotones
y la crianza de cuyes.
La luz en la penumbra
“La enfermedad se llama
retinitis pigmentosa y hasta hace poco no tenía cura. Ahora, al menos, hay una
esperanza a mediano plazo para los niños que la padecen”, asegura el director
del Centro de Genética y Biología Molecular (CGBM) de la Universidad de San Martín
de Porres, Ricardo Fujita.
Según el CGBM,
investigadores de la Universidad de Pensilvania han logrado corregir la
mutación genética a través de la llamada terapia génica. “Han hecho avances en
perros sobre este gen RPGR que afecta acá a Parán y han logrado restaurar las
células afectadas”, cuenta esperanzado Fujita.
El investigador explica
que, a través de esta terapia, se pueden modificar los genes mutados para que
las células de la retina no se pierdan. Fujita asegura que los efectos en las
personas que padecen la retinitis pigmentosa se podrían conocer en un plazo de
cinco años. Mientras tanto, el único apoyo que pueden recibir los pobladores
afectados que aún no han perdido la visión es asistencia oftalmológica con el
uso de anteojos.
EXTRAÑA
ENFERMEDAD
Edad para el descarte
Según especialistas del
Instituto Nacional de Oftalmología (INO), la enfermedad recién puede ser
descartada pasados los 15 años de edad.
No presenta signos
físicos
La retinitis pigmentosa
se presenta como una reducción en el campo visual de los niños. No presenta
rasgos externos, por lo que debe ser diagnosticada a través de estudios
especializados.
Terapia conocida
La terapia génica
también está siendo probada en Kansas, Estados Unidos, para evitar la pérdida
de la audición. En Chile, se evalúa como un tratamiento para el alcoholismo.
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