A punto de cumplirse un año de la muerte de Hugo Chávez,
pareciera que la tajante profecía del líder bolivariano amenaza con hacerse en
realidad. “Yo o el caos”, le gustaba clamar a pleno pulmón.
Los cadáveres de la convulsión en Venezuela se siguen
contando, Nicolás Maduro está fracasando en su intento por perpetuar el
chavismo sin Chávez. Impotente en la economía, con graves problemas de
abastecimiento en las ciudades, tampoco es capaz de mantener el orden, pese a
la dureza con la que se están empleando las fuerzas de seguridad y los grupos
paramilitares afectos.
A una situación económica sin solución y que genera un clima
social insoportable, se le ha sumado el desafío estudiantil que se muestra en
las calles de manera incontenible.
Por fuentes confiables se sabe que Maduro tenía en sus
planes una operación de represión y, tras el inevitable derramamiento de
sangre, decreta el estado de conmoción nacional, el cual incluía el arresto de
Leopoldo López. Empero, la difusión de los hechos a través de las imágenes
propagadas por la prensa internacional mostraron la violencia oficial y
frustraron sus planes.
Separándose de la posición de Henrique Capriles, Leopoldo
López, María Corina Machado y Antonio Ledezma convocaron a los ciudadanos a las
calles, ya que han desechado la vía electoral como único camino para recuperar
al país. Los hechos muestran que Capriles ha cometido un gran error y ha dejado
de interpretar a la ciudadanía venezolana.
El gran temor del chavismo es que a la protesta estudiantil
se le sumen los sindicatos y los sectores populares. El sector militar comienza
a advertir que el socialismo del siglo XXI y su versión de petro-populismo
chavista está agotado.
La sensación generalizada es que las manifestaciones
llegaron a un punto de “no retorno” y que se mantendrían hasta que se alcance
alguna definición. Es posible que esa sensación sea demasiado prematura, pero
queda claro que Maduro se enfrenta a un conflicto muy difícil de superar, sin
el control total de las Fuerzas Armadas y con las arcas del tesoro vacías.
Como se ve Venezuela en el mundo, a través de sus noticieros
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